El proyecto se llevó a cabo gracias a la aportación económica de Manuel Rodríguez Arzuaga, mecenas del club, que puso 30.000 pesetas (que por entonces suponían una fortuna) para acondicionar el terreno y pagar por los 600 metros lineales de madera que se emplearon en el vallado ya que las aportaciones de los socios resultaron insuficientes. La gestión del socio Federico Linnoe también fue importante ya que adquirió las vallas de madera a un buen precio.
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